No sé si alguna vez habéis experimentado esa sensación de bienestar que me invade a mí cuando pongo un pie en un mercadillo, y es que desde bien pequeñita me han encantado los accesorios, alhajas, bisutería y por supuesto JOYAS, sí en mayúsculas, porque son las reinas por excelencia de cualquier accesorio o adorno de los que utilizamos para darle «vidilla» a nuestros atuendos.
Dependiendo del mercadillo al que hayáis decidido ir, puedes encontrar gangas, chollos, chollazos o también los hay a los que es mejor que vayas con tarjeta de crédito en mano (cada vez más puestos disponen de datáfono). Para mí el ritual es el mismo ya sea en el pequeñito que ponen cada viernes en Luanco (pequeño pueblo pesquero de la costa Asturiana) o en algunos tan conocidos como el de Las Dalias en Ibiza o el de Candem Town en Londres.
Si quieres ir de Mercadillo como Dios manda debes levantarte bien tempranito, ponerte en marcha y cuenta con que vas a pasarte toda la mañana de puesto en puesto.
Fase 1:
Lo idóneo es llegar cuando los puestos no están abiertos sino que aun los están montando. Al lado o incluso dentro de cada mercadillo que se precie suele haber una cafetería, siéntate en la terraza y pide un buen desayuno, de los que reservas para ocasiones especiales como cuando vas de viaje y lo tienes incluido en el hotel, cumpleaños y demás fechas señaladas; pues bien, una vez te hayan servido tu faraónico desayuno tómatelo con calma y ve observando como todo va tomando forma y color.
Fase 2:
No te vuelvas loca cada vez que avanzas de un puesto a otro, lo primero es lo primero, relájate y da una «vueltuca» de reconocimiento para así descartar los puestos que no te interesan por su contenido o por su calidad (hay alguno muy cutre, siempre) y descubrir dónde están los más chulos o los que más te llaman la atención. Una vez hecho esto piensa que es lo que quieres comprar (esto yo lo llevo fatal porque me lo llevaría todo), porque realmente y siendo honesta, de un mercadillo nunca necesitas nada sino que es puro «caprichin».
Fase 3:
Ahora viene lo bueno, acércate al puesto elegido y empieza a preguntar por el precio, regatea, regatea un poco más y recuerda que en algunos puestos el material potente lo tienen escondido (suele ser en los de relojes y bolsos). Repite esta operación tantas veces como tu presupuesto te lo permita y llévate una bolsa de playa para ir metiendo tus nuevos tesoros, a poder ser con cierre o cremallera que con tanta gente y apelotonamientos en los puestos puedes tener un disgusto.
Ahora ya puedes volver a casa, probarte tus nuevas adquisiciones, combinarlas con tus «outfits» y con algo de suerte descubrirás al ir sacando alguna cosa de la que te habías olvidado.
En algunos mercadillos como Las Dalias puedes ir por la noche (los martes), no lo he probado pero tiene que ser genial.
Recuerda mirar que mercadillos hay, días y horarios de tu ciudad de residencia y como no de tu lugar de vacaciones.
Disfrútalo como si de una búsqueda del tesoro se tratase y vuelve a ser una niña de nuevo.
Mis favoritos:
- Las Dalias (Ibiza)
- Plaza de Toros de Puerto Banús (Málaga)
- Soto Grande (Cádiz)
- El rastro de Madrid
- Candem (Londres)
- Portobello (Londres)
¿Vosotras también tenéis rituales de mercadillo? ¿Alguna recomendación que se me haya pasado?
Comment
A mí me chiflan los mercadillos,me identifico contigo una vez más, me entran unos nervios…..pues no sé por dónde empezar , y me da miedo no verlo todo. Lo de la bolsa de playa con cremallera, me parece una ideal genial!!!! Te la copio….